El planeta está enfrentando un problema inquietante: los insectos están desapareciendo a una velocidad creciente. Este tema comenzó a generar mucho interés a partir de 2017, cuando un estudio mostró que, en menos de 30 años, las poblaciones de insectos se habían desplomado un 75 %. Esta alarmante cifra generó una oleada de investigaciones científicas, cada una explorando las posibles causas del fenómeno.
Para los investigadores de la Universidad de Binghamton (Universidad Estatal de Nueva York), el tema requería de una mirada más integradora. Fue así que analizaron y compararon los resultados de más de 175 artículos de revistas científicas y encontraron más de 500 hipótesis interconectadas. A partir de esta información, crearon una red con alrededor de 3.000 vínculos posibles entre las causas, que van desde la apicultura hasta la expansión urbana.
Christopher Halsch, investigador postdoctoral y autor principal de este estudio, explicó que en lugar de reunir a cientos de especialistas en una sala, decidieron extraer datos de toda la literatura disponible y construir una red de "vías causales". Según Halsch, la agricultura genera contaminación, que a su vez afecta a las poblaciones de insectos, pero también hay múltiples interacciones que hacen del problema un entramado complejo y difícil de abordar.
El declive de los insectos tiene múltiples causas principales, entre las que destacan la agricultura intensiva, el cambio climático, la contaminación, las especies invasoras y la pérdida de hábitat. Si bien algunos factores representan amenazas mayores que otros, todos contribuyen al deterioro de las poblaciones de insectos. Además, muchos de ellos actúan de manera simultánea, creando un entorno aún más adverso para su supervivencia
Entre los factores mencionados, la intensificación agrícola se destacó como el más citado, especialmente debido al cambio de uso de suelo y el empleo de insecticidas.También se menciona en reiteradas oportunidades la contaminación lumínica, atmosférica y acústica, que son comunes en las zonas urbanas
Por ejemplo, el cambio climático incluye elementos diversos como precipitaciones extremas, incendios forestales y temperaturas anómalas, que a su vez afectan a otros factores. Además, se identificó que muchas amenazas potenciales no han sido suficientemente investigadas. La literatura reciente, por ejemplo, no menciona el impacto de desastres, guerras o la perturbación de hábitats urbanos.
Otro hallazgo relevante es el sesgo en la investigación actual, que se centra en insectos "populares" como abejas y mariposas debido a su relevancia para la agricultura. Sin embargo, esta perspectiva deja de lado a la gran mayoría de los insectos, que también cumplen funciones ecológicas esenciales. Las acciones de conservación limitadas a estos polinizadores pueden resultar contraproducentes para otras especies.
La conservación actual tiende a centrarse en insectos "populares", como las abejas y las mariposas, debido a su rol en la polinización y la agricultura. Esto crea un sesgo que limita las acciones de conservación a solo un pequeño grupo dentro de la vasta biodiversidad de insectos.
Las abejas nativas enfrentan múltiples amenazas en zonas agrícolas, desde la pérdida de hábitat hasta la competencia con especies introducidas, como la abeja melífera europea. Mientras tanto, insectos menos visibles, como las polillas, lidian con problemas urbanos como la contaminación lumínica, que altera sus patrones de vuelo y reduce su capacidad de polinización.
Más allá de los insectos más conocidos, la biodiversidad incluye una variedad impresionante de especies que cumplen roles clave en los ecosistemas. Por ejemplo, muchos insectos acuáticos, como las libélulas, atraviesan etapas críticas bajo el agua, donde la contaminación y el cambio climático también ejercen presión.
La recuperación de las poblaciones de insectos no es una tarea sencilla, pero hay acciones que pueden hacer la diferencia. Las buenas intenciones, como reducir la contaminación o controlar especies invasoras, pueden ser valiosas, pero su impacto será limitado si no hay hábitats seguros a los que los insectos puedan regresar.
Restaurar esos espacios puede generar múltiples beneficios y, al mismo tiempo, ayudar a que los insectos enfrenten otras amenazas. Proveer hábitats adecuados, con plantas nativas y espacios para anidar, es un buen comienzo. Además, limitar el uso de pesticidas y reducir la contaminación lumínica durante la noche son medidas efectivas.
Cada pequeño esfuerzo cuenta: desde crear jardines polinizadores hasta preservar zonas húmedas y suelos saludables. Si queremos conservar la rica biodiversidad de insectos que sostienen nuestros ecosistemas, es fundamental cambiar el enfoque y abordar el problema desde una perspectiva más amplia y diversa.
Christopher A Halsch, Chris S Elphick, Christie A Bahlai, Matthew L Forister, David L Wagner, Jessica L Ware, Eliza M Grames, Meta-synthesis reveals interconnections among apparent drivers of insect biodiversity loss, BioScience, 2025