En uno de los rincones más fríos y estables del planeta, un glaciar puede escribir un nuevo capítulo de la historia climática de la Antártida. En la costa norte de la Tierra de Victoria, un canal erosionado y cubierto de sedimentos, se descubrió que, hace aproximadamente mil años, un pulso de calor alteró por completo el paisaje. La escena no pertenece al presente ni responde al calentamiento global actual, sino a una parte poco conocida del clima medieval.
El hallazgo surge de un estudio internacional publicado en Communications Earth and Environment, que reconstruye por primera vez un evento de derretimiento abrupto ocurrido entre 900 y 989 años atrás, en pleno Período Cálido Medieval. En ese entonces, el glaciar Boulder Clay —hoy completamente cubierto por nieve permanente— experimentó un episodio tan inusual como violento.
El estudio, liderado por investigadores de universidades italianas y suizas, detectó una discordancia glacial: una ruptura en los estratos del hielo provocada por una corriente de agua que arrastró sedimentos y los fue depositando a medida que su fuerza disminuía. Esta capa de arena, alojada entre 1,85 y 3,07 metros de profundidad, se identificó en cuatro perforaciones distintas.
Pero lo que más sorprendió a los científicos fue que, más abajo, enterradas a 11 metros de profundidad, aparecieron tallos de musgo en sorprendente buen estado.
Ese período Cálido Medieval, que se extendió entre los años 900 y 1250, fue una fase de calentamiento que afectó gran parte del hemisferio norte durante el Holoceno, previo a la revolución industrial. A diferencia del cambio climático actual, ese periodo no fue global, sino que ocurrió solo en algunos sectores de nuestro planeta. Sin embargo, hasta ahora, no se había documentado su impacto en el interior de la Antártida, por lo que el musgo puede ser la clave para reescribir este capítulo del clima medieval.
Los musgos solo pueden crecer en ambientes húmedos. Dos especies crecieron sobre ese glaciar en un momento inusualmente cálido. Una de ellas -Bryum pseudotriquetrum- es común en la Antártida, pero la otra -Pohlia nutans- suele encontrarse solo en las fumarolas de volcanes activos. Entonces, ¿qué hacía una planta amante del calor tan lejos de su hábitat habitual?
La hipótesis más probable es que llegó volando, literalmente: los vientos antárticos, famosos por su fuerza, pudieron haberla arrastrado desde los volcanes cercanos, como el Monte Melbourne o el Monte Rittmann. Pero también existe otra posibilidad, aún más intrigante: que el clima de aquel momento haya sido lo suficientemente cálido como para permitirle crecer por fuera de esos oasis geotérmicos.
El equipo fechó este evento entre los años 900 y 989 usando datación por carbono-14 y correlación estratigráfica. La precisión fue tal que lograron identificar el período exacto en que el glaciar perdió estabilidad y el agua líquida corrió libremente bajo toneladas de hielo. Para los glaciólogos, este hallazgo es una pieza que faltaba en el rompecabezas del clima preindustrial.
El canal formado por el agua derretida se encuentra hoy completamente sellado por el hielo, y no hay señales de que se esté repitiendo algo similar. Aunque la fusión observada en el glaciar Boulder Clay fue producto de una variabilidad natural, el paralelismo con el presente es inevitable. En la actualidad, la Antártida está atravesando cambios sin precedentes: entre 1992 y 2017 perdió más de 2700 gigatoneladas de hielo, según estimaciones del IPCC, y el ritmo de pérdida se triplicó en las últimas dos décadas.
A diferencia del evento medieval, el calentamiento actual no tiene origen natural, sino humano. Las emisiones de gases de efecto invernadero, la acumulación de dióxido de carbono y el aumento global de temperaturas están empujando al sistema climático hacia zonas de incertidumbre. Y si el pasado ya mostró que el hielo puede ceder rápidamente ante un aumento térmico puntual, el futuro podría esconder respuestas aún más drásticas.
Forte, E., Azzaro, M., Cannone, N. et al. Un pulso de calentamiento en el continente antártico cambió el paisaje durante la Edad Media. Commun Earth Environ 6 , 281 (2025).