A diferencia de una sequía o un incendio, la desaparición paulatina de los animales que dispersan semillas no deja huellas inmediatas ni titulares impactantes. Sin embargo, el impacto es muy difícil de calcular.
Aves, murciélagos, monos, osos y muchos otros mamíferos que transportan semillas están desapareciendo o viendo mermadas sus poblaciones. Con ellos se pierde una función ecológica clave: ayudar a las plantas a expandirse y adaptarse al cambio climático. El resultado es un deterioro gradual pero profundo en la biodiversidad y en la capacidad de los ecosistemas para mantenerse saludables frente a perturbaciones cada vez más frecuentes.
Así lo advierte un estudio internacional publicado en Nature Reviews Biodiversity. El trabajo fue liderado por Evan Fricke, investigador del Massachusetts Institute of Technology (MIT), y contó con la participación de científicos de España, Estados Unidos, Suiza, Brasil y Portugal.
Los investigadores realizaron una revisión exhaustiva de la literatura científica reciente para analizar qué tan grave es la pérdida de animales que dispersan semillas, por qué está ocurriendo y qué consecuencias tiene para el funcionamiento de los ecosistemas terrestres.
“La pérdida de biodiversidad animal no trata solo de la desaparición de especies, sino de la erosión de funciones ecológicas que esas especies cumplían”, explican los autores.
Entre esas funciones, la dispersión de semillas es clave: muchos árboles y arbustos dependen de animales para que sus semillas viajen lejos del árbol madre y encuentren nuevos lugares donde germinar. Sin esos "jardineros del bosque", las plantas quedan atrapadas, con menos posibilidades de propagarse o recuperarse tras una perturbación.
Muchos animales son dispersores de semillas gracias a sus hábitos de alimentación y movimiento. Al consumir frutos y desplazarse por grandes áreas, transportan las semillas en sus intestinos y las depositan más tarde en sus heces, lejos del árbol madre. Este simple acto ayuda a regenerar bosques, conectar paisajes y mantener la diversidad vegetal.
El estudio señala las causas por las que están desapareciendo estos aliados de la vegetación global. Todas están vinculadas a la actividad humana. La pérdida y fragmentación del hábitat reduce los espacios naturales donde estas especies viven, se alimentan y se mueven.
La introducción de especies invasoras —como serpientes que depredan aves o reptiles frugívoros en islas— ha llevado al colapso de muchas poblaciones. A esto se suma la caza, el tráfico y otras formas de explotación directa, que diezman especialmente a los grandes mamíferos y aves.
Aunque más silencioso, el cambio climático también contribuye, alterando los patrones de comportamiento y distribución de estas especies. El resultado es una pérdida progresiva de funciones ecológicas esenciales para la regeneración de la vegetación y la salud de los ecosistemas.
A diferencia del colapso de los polinizadores —cuyos efectos se sienten de inmediato en los cultivos—, el impacto del declive de los dispersores de semillas es más lento y menos visible. Pero no por eso menos grave.
Los investigadores sintetizaron décadas de estudios y evidencias sobre la caída en diversidad, abundancia, movilidad y biomasa de las especies que dispersan semillas, desde aves frugívoras hasta mamíferos grandes como los osos.
“Los costos económicos de la disminución de los dispersores de semillas —como la pérdida del almacenamiento de carbono, la reducción del suministro de productos forestales y la disminución de la resiliencia natural a fenómenos ambientales extremos— son probablemente grandes, pero el alcance de estos costos a nivel mundial aún está por cuantificarse”, explica el trabajo.
El estudio subraya que la dispersión de semillas no ha sido suficientemente considerada en los planes de restauración ecológica. Muchas estrategias buscan plantar árboles, pero ignoran que sin animales que transporten las semillas, esas plantaciones pueden ser frágiles y poco resilientes.
“Estos impactos se acumulan de forma gradual y global, lo que los hace difíciles de cuantificar, pero es fundamental que se reconozcan”, afirma Fricke. La pérdida de dispersores compromete no sólo la regeneración natural de los bosques, sino también su capacidad para almacenar carbono, filtrar agua o amortiguar eventos climáticos extremos.
Fricke, E.C., Bello, C., Chaplin-Kramer, R. et al. Drivers and impacts of global seed disperser decline. Nat. Rev. Biodivers. (2025).