Las especies exóticas invasoras (EEI) pueden ser plantas, animales, hongos o microorganismos transportados por las personas, de manera voluntaria o accidental, fuera de su área natural de distribución. Son sumamente peligrosos, de hecho se cuentan entre las principales causas de pérdida de la biodiversidad.
En nuestro país representan una de las principales de amenazas para la casi totalidad de las especies silvestres en riesgo de extinción, afectando los objetivos de conservación de las áreas protegidas del sistema federal y de los sistemas provinciales. Además, atacan la salud de la población, producen pérdidas económicas significativas y están asociadas con la degradación de valores históricos y culturales.
Si bien existe una Estrategia Nacional sobre Especies Exóticas Invasoras, aún no se cuenta con un registro actualizado que permita contar con esa información. La recopilación que ofrecemos aquí se basa en el trabajo de distintas publicaciones y especialistas.
Algunos informes afirman que hasta la fecha hay más de 700 especies exóticas, incluyendo algas, hongos, plantas, vertebrados e invertebrados terrestres y acuáticos. A continuación, compartimos algunas de las más destacadas:
Llegaron a Tierra del Fuego provenientes de Canadá, con la idea de utilizarlos por su piel. De 10 parejas que ingresaron en 1946 hoy la población supera los 100.000 ejemplares.
El castor roe los árboles de lento crecimiento que se encuentran en los bosques fueguinos, los derrumba y con ellos construye sus madrigueras y diques. Al hacerlo, alteró notablemente la estructura del ecosistema boscoso, modificando el régimen de agua y también la dinámica de nutrientes del bosque.
Es una de las 100 especies exóticas invasoras más dañinas del mundo. En Argentina ocasiona importantes pérdidas en las huertas agrícolas, afectando especialmente a los pequeños productores y agricultores de subsistencia.
Es un riesgo para la salud pública ya que es portador de patógenos asociados a la meningitis y otras enfermedades humanas.
Llegaron a nuestro país en 1970 sólo 10 ejemplares, pero a partir de escapes o traslados intencionales, se establecieron cinco poblaciones en zonas de alta actividad agropecuaria. Esta especie causa grandes pérdidas económicas por el consumo de frutos destinados a la comercialización, roturas de mangueras de riego, daño en silos y en cableado de zonas rurales.
Se lo conoce también como estornino europeo ya que es una especie de ave migratoria originaria de Europa y Asia. La primera vez que se lo detectó en el país fue en 1987 en la Ciudad de Buenos Aires.
Con el paso del tiempo, logró dispersarse hacia el oeste y norte del país. En esas zonas, provoca pérdidas económicas por sus efectos sobre los viñedos y demás cultivos comerciales.
A mediados de la década del 50 se instalaron los primeros criaderos con intenciones de utilizar su piel como recurso económico. Luego ocurrieron sucesivos escapes que permitieron que el visón se dispersase hacia el norte y el este, siguiendo los ríos y lagos de la cordillera andina.
Tras un ingreso intencional y siendo un depredador generalista con alta tasa reproductiva, no encontró limitantes para establecerse en el país. Como puede transmitir patógenos a otros anfibios, fue catalogada como especie dañina y perjudicial para la biodiversidad argentina.
Este árbol demanda un excesivo consumo de agua y por su altura y denso follaje impide el crecimiento de otras especies nativas.
Es una especie arbórea originaria de China, que a través de los años logró colonizar los bosques nativos del centro y del norte del país.
Se estima que su presencia puede tener importantes efectos en la dinámica hídrica de los ecosistemas.
Son usadas como barrera contra el viento y poseen una gran habilidad para modificar por completo los ecosistemas que invade. En Argentina, tras su introducción, lograron establecerse con éxito en las zonas áridas y semiáridas provocando la salinización y desertificación de sus suelos.
Nativo de Asia, es normalmente utilizado para fijar suelos y estabilizar las riberas de los ríos. En nuestra región provocó la obstrucción de ríos y arroyos, la modificación del régimen de luz (lo cual provoca cambios en la temperatura del agua) y la alteración de la disponibilidad de nutrientes en las aguas.